miércoles, 4 de abril de 2012

De tarifas y colegios

En los comentarios de mi última entrada, se ha empezado a hablar de los problemas que hay respecto a las tarifas de traducción. Las empresas, puesto que son empresas, eligen normalmente las tarifas más baratas si la calidad es similar y, en algunos casos, incluso aunque la calidad sea peor (aunque quiero creer que muchas empresas buscan la calidad y no les importa pagar por ella). Yo, personalmente, entiendo a las empresas en el sentido de que si yo soy empresario y quiero sacar beneficios y minimizar gastos y sé que puedo conseguir un buen traductor (previa prueba de traducción con buenos resultados), me quedaré con el más barato de los mejores y hay que tener en cuenta que hay muchos traductores muy buenos con tarifas muy bajas. Esto se debe a la oferta y la demanda: muchos traductores, muchos buenos y para competir solo ven la solución en bajar los precios.


¿Cómo podemos solucionar esta situación?
La mejor forma para solucionar esta situación sería establecer tarifas estándar y, para ello, necesitaríamos un colegio de traductores, pero todos sabemos, ya que nos lo han repetido muchas veces, que es imposible tener un colegio de traductores puesto que mucha gente que ejerce la traducción no ha estudiado Traducción e Interpretación y, en este sentido, las competencias de los traductores las pueden ejercer otros profesionales. Por ello, hay bastantes asociaciones de traductores que intentan establecer tarifas estándar. El problema es que estas asociaciones son privadas y aunque defienden los derechos de los traductores no alcanzan el nivel de autoridad de un colegio. En mi opinión, se deberían cambiar las reglas a la hora de formar los colegios y en el caso de los traductores, se podría pedir para colegiarse o bien la carrera o bien ciertos años de experiencia profesional avalada por buenas referencias. De este modo, tanto los profesionales que vienen de otras carreras como los licenciados en Traducción tendrían un organismo público que fijara las tarifas.

Supongo que ya se ha estudiado cómo hacerlo, pero probablemente no se haya hecho porque no compense a la empresa privada o a las personas que se convierten en traductores por el hecho de ser bilingües y no por tener ciertos estudios o a aquellos que traducen como "hobby" o los académicos que traducen incluso gratuitamente a veces para aumentar su prestigio.

De cualquier forma, la empresa seguirá siendo empresa y mirará su bolsillo y los traductores cuando empiezan a trabajar tienen la necesidad de crearse una cartera de clientes y, por ello, ante tanta competencia, a menudo no ven otra solución que reducir sus tarifas. Los 9 céntimos de los que nos hablaban en la universidad para inglés y los 12 para alemán terminan siendo una utopía y aunque hay muchos que dicen que es mejor poner una tarifa alta porque así la empresa piensa que tienes experiencia y te respetas a ti mismo como trabajador, la realidad es que muy pocas empresas llegan a plantearse ese dilema si tienen varias opciones. Es una pena la verdad y aquí lanzo la pregunta: ¿se os ocurre cómo podríamos cambiar esta situación?



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